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EL DUELO:  UN PROCESO 

NATURAL E INEVITABLE 

"La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan; si puedes recordarme, siempre estaré contigo. “ 

                                                                                         Eva Luna-  Isabel Allende 

Enfrentarse a la muerte de un ser querido, representa un desafío en la vida de cualquier persona. Su ausencia física obliga a los amigos y entorno familiar a una reorganización no sólo de sus vidas, sino también de sus emociones . 

A ese proceso de adaptación emocional, ante la ausencia de una persona, es lo que comúnmente conocemos como DUELO. 

El DUELO, se asocia generalmente al fallecimiento de un ser querido, pero también puede ser por la pérdida de una pareja, un trabajo, una amistad significativa o cualquier otra pérdida que implique que la persona deba adaptarse a este cambio y llevar a cabo un proceso a nivel emocional, cognitivo y conductual para poder salir de él, cerrar etapas y así continuar con su vida. 

No podemos hablar de DUELO sin hablar de dolor. En la cultura occidental, construimos nuestras vidas desde el amor, la fraternidad, los parentescos, la cercanía. Todos estos elementos puestos ahí para evitar  el dolor, pero éste llega porque es humano e inevitable y ante la impotencia de no poder evitarlo nos llenamos de rabia, desconcierto y  negación. 

El DUELO, es un camino que todos debemos recorrer ante una pérdida, es un camino por un túnel oscuro que debemos saber gestionar con inteligencia emocional y amor propio que nos permita saber que es un sentimiento personal y legítimo que implica un antes y un después en nuestras vidas y así al final del túnel ver la luz. 

 

 

EL DUELO Y SUS ETAPAS

  • Negación: Esta etapa es la del shock inicial. En esta etapa, la persona es incapaz de aceptar esa pérdida. En ella se produce una desconexión con la realidad y la persona siente que no puede asumirla. Esta etapa tiene una función y es la de dar un poco tiempo porque es tan fuerte y tan abrumadora la emoción por la pérdida, que la persona no está preparada para enfrentarla. Este período de negación  da tiempo para prepararse y enfrentar la pérdida. 

  • Rabia: la persona ya es consciente de lo sucedido y se enfada con pensamientos recurrentes: “como pudo pasar”, “no le hubiera dado las llaves del auto”, “porque Dios permitió esto“, etc.  En esta etapa hay angustia y desesperación. 

  • Negociación: La persona se aferra a la idea de que puede revocar la pérdida, siente que puede echar el tiempo para atrás. Lucha constantemente entre la negación y la verdad. 

  • Dolor emocional: En esta etapa la persona no es capaz de retomar sus labores habituales. No trabaja, no comparte con amigos, no se encarga de sus responsabilidades, etc. Quien no sale de esta etapa cae en depresión. 

  • Aceptación: La persona acepta que lo que ha pasado es inevitable y no hay vuelta atrás. Entiende que debe continuar con su vida. Esta aceptación en ningún momento implica que haya olvidado a la persona fallecida o que ya no se sienta dolor. En esta etapa , el DUELO trasciende pasando del dolor a la acción constructiva en pro de esa persona o en pro de los demás : “ voy a hacer lo que haría feliz a mi padre”, “ voy a crear una fundación para las madres que han perdido a sus  hijos”, etc.  En pocas palabras. La Aceptación es el pozo en calma. 

COMO AFRONTAR

LA MUERTE DE UNA MADRE

“Madre: la palabra más bella en labios de la humanidad.”

                                             Kahlil Gibran. Poeta, pintor, novelista y ensayista libanés.

La muerte de la madre, es la muerte más significativa que se pueda tener. Es la pérdida del origen de nuestras vidas, es el fin del génesis del hijo. La conexión que cada persona tiene con su madre, ha comenzado desde el vientre, por lo que el mundo sin ella, definitivamente es otro. Cada quien tiene con la madre una relación muy personal, las hay muy estrechas, de complicidad, amistad, amor entrañable y también distantes y hasta conflictivas. Sin embargo, para nadie es un secreto, que es una conexión única e inexplicable que marca nuestras vidas, para bien o para mal. 

La muerte de una madre, significa un gran desafío en la vida, porque nos enfrentamos a “el que viene después de su muerte”, “que haremos sin ella en nuestras vidas “. En la mayoría de los casos, la muerte de la madre va acompañada de un gran sentimiento de soledad porque como niños, nos sentimos perdidos sin ella. 

Expertos psicólogos, especialistas en pérdidas, explican que aparte de los pasos comunes del duelo, como la  negación, rabia, negociación, dolor y aceptación; cuando la persona que muere es muy cercana, como un padre o una madre, es necesario replantearnos la relación interna para con él/ella.

La muerte de un ser tan cercano como la madre,  puede ocasionarnos varios síntomas, que los expertos insisten en agrupar : 

  • Psicológicos o emocionales: pérdida de ilusión, confusión, culpa, ansiedad, irritabilidad, tristeza profunda, ira y rabia dirigida hacia terceros/as (como los profesionales que la atendieron o Dios, si se es creyente)

  • Físicos: debilidad, problemas de sueño, pérdida o aumento de peso, falta de apetito sexual, opresión en el pecho y llanto.

  • Sociales: aislamiento, resentimiento hacia el entorno, asunción de nuevos proyectos y tareas que encajan con la nueva personalidad que vamos adquiriendo.

 

Cualquiera que sean los síntomas, son normales, tomando en cuenta el tamaño de la pérdida que se ha tenido. Sin embargo, comienzan a ser preocupantes, si estos síntomas,  en duración e intensidad impiden que la persona continúe con su vida normal.   

La  tristeza prolongada y un pensamiento constante hacia la otra persona, falta de concentración, añoranza intensa, problemas de aceptación, resentimiento, sensación de que la vida no tiene sentido, falta de confianza o incapacidad para disfrutar, ya nos enfrenta a un Duelo complicado, que rebasa los límites de lo normal. 

 

Es allí donde se hace necesaria una autoevaluación, es importante que la persona se pregunte si tiene problemas para llevar a cabo sus tareas cotidianas, si últimamente se ha aislado parcial o totalmente de su entorno más cercano, si experimenta un profundo sentimiento de culpa o una tristeza que cree imposible de superar, si siente que no vale la pena continuar y lo más importante: desear haber muerto en lugar de su madre.  

Si la respuesta es sí, a estas interrogantes, es necesario acudir a especialistas que ayuden a sobrellevar este dolor, porque estamos frente a una profunda depresión. 

Fases del Duelo por la muerte de una madre. 

1. Negación

Depende de las circunstancias en las que se produzca la muerte, pero es normal que la noticia nos sobrepase y el cerebro actúe con evasivas, para poder aplazar el dolor. Es un mecanismo de defensa, pero no es una fase indefinida. En algún momento nos enfrentamos con la realidad.

2. Ira

Se trata de una fase intensa en la que se experimenta ira, rabia, resentimiento y frustración. También se buscan culpables para canalizar el enfado.

3. Negociación

La mente busca una alternativa a lo que ha pasado y se refugia en el “Y si”: “¿Y si no hubiera hecho…?”, “¿Y si hubiera dicho…?”. Son fantasías que la mente usa para tener el control. 

4. Depresión

Al enfrentarnos con la realidad de lo sucedido nos sumergimos en una tristeza profunda donde ya no hay enfado ni ira. Solo se siente ausencia y no se encuentra consuelo, hasta el punto de llegar a la apatía, la melancolía o el cansancio.

5. Aceptación

A esta última etapa se llega cuando poco a poco se va saliendo del pozo emocional. La persona ya se encuentra más preparada para retomar sus rutinas, vuelve la ilusión por los planes y  se mira hacia el futuro nuevamente. 

El duelo por la muerte de una madre depende mucho de la relación que se tuviera con ella o de las circunstancias de su muerte. Si fue repentina, en la fase de negación puede aparecer un estado de shock emocional inicial.

Ciertos sentimientos como la culpa pueden llegar a ocupar la totalidad de los pensamientos hasta acabar sumiendo a la persona en un duelo complicado. Por eso, es tan importante estar atento a las emociones y sentimientos durante este período. 

 

Cómo superar la muerte de una madre

Decir que la muerte de una madre se supera, no es del todo correcto. Se llega a aceptar su muerte, llegamos a entender las circunstancias y a aprender a vivir con su ausencia, pero no a superarla. Menos aún si la relación con ella ha sido estrecha y se le  recuerda como una persona cariñosa, afectiva, comprensiva, paciente y con todas las características de lo que llamamos una buena madre. 

El amor de una madre  es incondicional y no se parece a ningún otro, ni de amistad ni de pareja. Por lo que su ausencia nos deja un sentimiento de orfandad difícil de superar, pues se ha perdido el pilar fundamental de apoyo , sentimiento que nos acompañará por siempre. 

Sin embargo hay algunos consejos, que pueden ayudarnos a aprender a vivir con ello. 

 

1. Asuma las emociones

La negación, incredulidad, confusión, tristeza, nostalgia, enfado, desesperación, culpa…Son emociones normales después de una pérdida y es muy posible que nos abrumen, pues no estamos preparados para asumirlas. Por eso, es importante tomarnos nuestro tiempo para gestionarlas sin ocultarlas. 

2. Exprese sus emociones 

No tratar de ocultar nuestros sentimientos, es un paso muy importante y decisivo para comenzar a sanar. No tener miedo a sentirse mal, a no querer hacer nada… es normal. 

La familia suele ser un pilar importante en estos casos, y hay personas que están pasando por lo mismo por la relación que tenían con la madre fallecida y que pueden ayudar.

Sin embargo, cada persona tiene su proceso y es posible que en algunos casos ese hijo llegue a sentirse No escuchado, porque hay personas que no se sienten cómodas hablando de un fallecido. Si ese es su caso, busque donde pueda expresarse libremente a cerca de lo que siente, puede ser un grupo de apoyo de su comunidad o alguna amistad. 

3. Cuide su salud.

No permita que el dolor lo lleve por caminos equivocados. No descuide su aspecto físico, su salud,  su alimentación, su estado físico. No permita que la tristeza o ansiedad lo lleven a consumir medicinas, como pastillas para dormir, o ansiolíticos,  por ejemplo, que pueden causarle dependencia y caer en un abismo sin fondo. 

Comience a llevar una dieta equilibrada, haga ejercicio al aire libre, lea un buen libro, vaya a cine, al teatro, etc. Preocúpese por su salud física, porque un cuerpo sano es el soporte de una mente sana y viceversa 

4. Sea paciente y posponga los cambios importantes

Como hijo o hija, ha experimentado un cambio importante que le exige detenerse, escucharse y expresarse. Dése tiempo para procesar y reubicar la relación que tenía con tu madre, pues tenía unos sentimientos asociados que no se han ido con ella y que debe encajar en otro lugar.

Posponga cambios drásticos en su vida, hasta que haya sanado totalmente.  Una mudanza, un cambio de trabajo o tener otro hijo, por ejemplo.

El dolor es la mayor representación del duelo, y no es conveniente que se esconda detrás de ciertos proyectos, sino que lo asuma. Sea paciente, pues esto puede llevar meses, incluso años.

5. Acuda a terapia

Si llega a sentir que estos sentimientos de tristeza, de orfandad, de ganas de dejarlo todo lo sobrepasan, acuda a terapias, o por lo menos consulte con algún médico de cabecera, que pueda ayudarle o alguna consejera, clases de meditación, yoga, etc.  

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